NARRAR LOS CONFLICTOS: EL REPORTERISMO DE GUERRA

Según Mónica García Prieto, periodista con más de veinte años de experiencia en la cobertura de conflictos, podemos considerar a Heródoto de Halicarnaso el primer gran narrador de conflictos con sus relatos sobre las Guerras Médicas (en torno al 430 a.C.). De hecho, Mónica apunta esta obra como de lectura obligada para cualquier persona que quiera dedicarse a la cobertura de conflictos.

Si nos trasladamos a la época contemporánea, en la historia del reporterismo la Guerra de Vietnam (1958-1975) se considera un punto de inflexión porque determinó un cambio en la forma de contar los conflictos. Desde el inicio, el Gobierno de los Estados Unidos permitió que un gran número de reporteros accediese al campo de batalla para informar desde primera línea. Por primera vez, la cobertura televisiva favoreció que todas las historias contadas por la prensa resultasen creíbles para el público general. Los espectadores estadounidenses pudieron presenciar desde sus casas el horror de la guerra, pero también la incapacidad de su país para terminar con todo aquello. Y enseguida se manifestaron en contra del conflicto. Los líderes del país y sus pensadores (think - tanks) elaboraron los primeros estudios sobre cuál era el número de muertes que la opinión pública podía asimilar. De ahí surgió el «frente mediático» de la guerra, que determinó que todo gobierno debía asegurarse de que sus ciudadanos percibían la contienda en la que se embarcaban como justa. Es ahí donde encaja la importancia creciente de los medios de comunicación y la necesidad de poder contar lo que sucede desde el terreno. Y para ello, es necesario que los periodistas allí destinados puedan informar de una forma segura y libre.

SER PERIODISTA MUJER EN TERRITORIOS EN GUERRA

Ana del Paso, periodista internacional desde 1985, habla sobre las pioneras del reporterismo de guerra en España: “Las que empezaron y que son más conocidas, como Carmen Sarmiento, Rosa María Calaf o Maruja Torres, tienen un precedente. A mediados del siglo XVII estaba Francisca de Aculodi, la primera corresponsal, que trabajaba en San Sebastián y escribía para un quincenal francés. 

Las primeras corresponsales de guerra fueron Carmen de Burgos ‘Colombine’ y Teresa de Escoriaza, que fueron enviadas especiales en la Guerra de África, y Sofía Casanova, que residía en Varsovia y cubrió la Revolución bolchevique y la Primera Guerra Mundial”.

Rosa María Calaf lleva más de tres décadas dedicándose al periodismo internacional y ha estado en más de 160 países describe así el papel de la mujer periodista: "Las mujeres tenemos muchas dificultades en territorios donde hay enfrentamientos: no podemos ir solas a algunos sitios, hay que vestirse de determinadas maneras, algunos hombres no quieren que les entrevistes... pero el resto son todo ventajas", explica. "La versión oficial te la ofrece el sector masculino, pero la vida real se vive en el femenino".

La fotógrafa Cristina García Rodero piensa que el ser mujer le ha servido para moverse libremente por muchas zonas, sobre todo las más machistas. "Los hombres en esos países tienen la percepción de que tú no pintas nada, no te consideran un peligro. Entras, sales, te mueves... logras información que no conseguirías de otra forma"

EL OFICIO DEL REPORTERO DE GUERA

García Prieto lista las razones que lleva a cualquier persona a dedicarse profesionalmente al periodismo de guerra para dedicarse al reporterismo de guerra:

Ver historia. “Los reporteros de guerra somos los notarios de los acontecimientos históricos. Somos privilegiados porque podemos asistir a los cambios que afectan a la humanidad”, dice la periodista. Y menciona una cita de la periodista y activista rusa Anna Politkóvskaya: “Lo que importa es la información, no lo que tú piensas sobre la información”.

Responsabilidad social. Los periodistas trabajan con la voluntad de educar a la sociedad para evitar que se repitan los grandes errores de la historia. El conocimiento puede hacer que el lector, el oyente o el espectador descubra otra perspectiva que arroje luz sobre algo que desconocía. Y el conocimiento es libertad. En su discurso al recibir el II Premio de Periodismo Vanity Fair, Iñaki Gabilondo dijo: “En una sociedad más escéptica de la historia y que a la vez es la más crédula es muy difícil acertar con los disparos informativos”. En este sentido, los periodistas son los que pueden aportar este saber al ciudadano. 

Mejorar las herramientas de la sociedad para enfrentarse a ciertos acontecimientos.

Documentar crímenes de guerra. Existen los mecanismos para que los crímenes sean juzgados. Para ello, el periodista debe llevar todo bien documentado, con fotografías, vídeos, audios con testimonios, etc. Porque, aunque no entren en la crónica, estos registros pueden ser pruebas en un juzgado internacional. En este punto coinciden Hernán Zin, reportero de guerra durante dos décadas y autor del documental ‘Morir para contar’ y el fotoperiodista Javier Arcenillas, tercer premio en la categoría Long-term Projects del World Press Photo 2018 y Sergi Cabeza. "Nuestro trabajo es dar voz a las víctimas, pensar que lo que hacemos puede llegar a solucionar problemas. Somos receptores de testimonios muy duros, pero debemos de ser capaces de mostrárselos al mundo para que la gente sepa qué está pasando y reaccione. Si algo no se cuenta, no existe. Y si no existe, no se puede solucionar. Por eso debemos estar ahí y ser molestos", asegura Zin. Arcenillas añade: "No creo que podamos revertir la situación porque la violencia y la guerra son generadores económicos –seguridad, venta de armamento…– y entre bambalinas hay muchos intereses. No obstante, nosotros debemos estar allí para ayudar a quien sufre. Ser la caja de resonancia de todas aquellas personas en situaciones de desamparo que no tienen otra manera de hacerse oír. Incomodamos a los poderosos, pero las víctimas nos necesitan cerca". “El periodismo de guerra es muy importante para que los crímenes y las injusticias no queden impunes”, defiende Cabeza.

Documentar cómo cambia el mundo. Los crímenes, la forma de hacer la guerra y las formas de matar cambian de forma muy rápida y hay que constatarlo. Hoy en día la inmediatez prima sobre la calidad, lo que ha hecho que las coberturas de conflictos se hayan complicado más. “Esto era antes un oficio y ahora es una carrera; antes era quién lo contaba mejor y ahora es quién lo cuenta más deprisa”, lamenta Plàcid García-Planas, editor y antiguo enviado especial a diversos frentes.

Cambiar las leyes. Gracias a las denuncias continuas de los periodistas, se ha conseguido dar voz a los crímenes sexuales y ahora ya se consideran un crimen de guerra. También se ha dado visibilidad a los crímenes cibernéticos, hay que crear conciencia de que son delitos. 

Como dijo una vez el periodista Ryszard Kapuscinski “para ser buen periodista, hay que ser buena persona”. Los periodistas que se dedican a la cobertura de noticias en zonas de guerra, son personas valientes dispuestas a pagar el precio que esta práctica les exige con el objetivo de dar voz a las víctimas. "No se trata de llegar el primero", aconseja la vicepresidenta de Reporteros Sin Fronteras, "sino de llegar bien"

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