¿Más espiritual? No lo sé: nunca he entendido muy bien esa palabra, o no sé muy bien a qué se refiere la gente con ella. De hecho, creo que muchos se refieren a cosas distintas cuando la usan. Si los lectores se refieren a asuntos religiosos, sí, es verdad, este es mi libro más espiritual: al fin y al cabo es el único libro en el que de momento he tratado esa clase de asuntos.
En todo caso, sí, este libro me ha cambiado por completo. Pero un libro que no te cambia por completo no puede ser un buen libro, porque escribir un libro es emprender una aventura —y una aventura que no te cambia no es una aventura—, y porque la literatura es antes que nada un placer, pero también es una forma de conocimiento, y un conocimiento que no te cambia no es conocimiento.
¿Ha cambiado este libro mi forma de escribir? Sí. ¿Cómo? La respuesta —la mejor respuesta, al menos— es el propio libro.
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